Dejó sus huellas sabiendo que le
seguiría a pesar del camino,
con
sus palabras tatuadas en la piel de los días,
con
el perfil de su presencia convertido en canto
y
la voz de su entrega vestida de plenitud.
Dibujó
en su horizonte una cadena de espinas de plata
amarga
como el silencio tras el roce de los valses.
Y
al final, tras la memoria del llanto absurdo,
sólo
la huella del cansancio eterno y gris
devuelve
el reflejo de los días desbordados del poeta.
Stanley.
Me encantara leer tu comentario
Publicar un comentario