Sustraído al idilio del mensaje,
atraído el sigilo de su huella
por la vocación de decir,
incauta la ocasión de la mirada
que extrae lo arcano de la luz.
Y al fin, envuelta en la sorpresa,
cautiva del hechizo de la sed,
cediendo a la deriva del instante,
devuelve a los ojos codiciosos
su imagen perdurable en el añil.
Cuando ella cruza por mi lado siento
como un golpe de remos
y un murmullo de agua.
(Luis G. Montero - Canción amarga)