Llevaba en los bolsillos
pañuelos con flores estampadas,
adornaban mis paredes
alacenas repletas de palabras
y un tumulto de ciudad viva
respiraba en mi piel cada mañana.
Recorría a cada paso
los colores del vestido de la tierra,
aspiraba de tus labios
el salitre desprendido de mi pelo
y el rumor del vuelo de gaviotas
durmiendo entre los párpados.
"Nunca es tarde para escribir un poema" (T.L.)
Esas fueron sus palabras y desde entonces las he puesto en práctica cada vez que he necesitado respirar algo que no fuese simple aire, siempre que el alma se me ha escapado en cada aliento.
.
.
.
.
.
.
.
.
martes, 1 de febrero de 2011
Ayer...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Me encantara leer tu comentario
Publicar un comentario