La sangre azul de la pluma con la que te hablo.
Fría, insensible, líquida sangre.
El desierto de vainilla que recorre
y una cinta de seda.
Y una mano
Y un alma que se diluye en la tinta.
Y tú y la distancia
Y las calles que aúllan de lejos con sus gritos de ambulancia.
Y la noche
Y las luces que desgarran el cielo donde te busco.
Y la nada.
"Nunca es tarde para escribir un poema" (T.L.)
Esas fueron sus palabras y desde entonces las he puesto en práctica cada vez que he necesitado respirar algo que no fuese simple aire, siempre que el alma se me ha escapado en cada aliento.
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sábado, 23 de febrero de 2008
De noche
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