Y yo que hoy quería escribir un poema
para romper con él el estado gris
del paisaje.
Quería negarle al reloj con cada verso
el tiempo de la espera
y confesarme uno a uno los gestos
que le oculto al espejo.
Quería modelar el silencio como arcilla
y darle forma al alma entre los surcos
de la piel.
Pero las palabras eran arena fina
huyendo entre los dedos
y la tinta ha marchitado poco a poco
las hojas de mi libro.
"Nunca es tarde para escribir un poema" (T.L.)
Esas fueron sus palabras y desde entonces las he puesto en práctica cada vez que he necesitado respirar algo que no fuese simple aire, siempre que el alma se me ha escapado en cada aliento.
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sábado, 23 de febrero de 2008
Tinta Seca
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