En la oscuridad de la noche su luz me envuelve como seda sobre la piel,
la soledad que desprende abraza mi cuerpo y con carícias de nube me ama.
Si no amaneciera…
Siento que la luna es mi amante,
que sabe como yo, arrancarse el alma y el corazón
y lanzarlos hacia el cielo y las olas esperando que alguien los recoja.
Me besa con labios de hielo y enreda sus rayos entre mi pelo ,
su claridad alimenta mis raíces.
Y le hablo, y la miro, y le canto,
y le pido que se quede toda la noche,
que ocupe su trono de terciopelo negro y reine en mi mundo.
Después, los rayos de sol…tan ásperos, tan reales, tan cálidos sobre la piel
me señalan un horizonte que ya conozco
y me empujan a llamarla de nuevo hasta que pierdo el aliento,
hasta que mi voz es brisa.
Y ella vuelve. De nuevo llega la luna,
de nuevo sobre mi cama me amará de madrugada e inundará este alma fría… con luz más gélida aún.
Sin prisas, tranquilamente, tenemos todo el tiempo del mundo.
Todas las noches del tiempo.
"Nunca es tarde para escribir un poema" (T.L.)
Esas fueron sus palabras y desde entonces las he puesto en práctica cada vez que he necesitado respirar algo que no fuese simple aire, siempre que el alma se me ha escapado en cada aliento.
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sábado, 23 de febrero de 2008
Luna
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