Elegancia,
recostado en la mirada anhelante
de las manos.
Absorto en la emoción del deseo
que te invade
y en los ojos que miden los labios
que dibujan el paisaje
y una ruta
definida por el roce de unas uñas
en la espalda.
Elegancia,
refugiado bajo el edredón de plumas
de mi pelo.
Agotada ya la última reserva
y el resquicio por el que se evapora
el alma
desprendida la gota de la piedra
del manantial que alimenta
tu mirada.
recostado en la mirada anhelante
de las manos.
Absorto en la emoción del deseo
que te invade
y en los ojos que miden los labios
que dibujan el paisaje
y una ruta
definida por el roce de unas uñas
en la espalda.
Elegancia,
refugiado bajo el edredón de plumas
de mi pelo.
Agotada ya la última reserva
y el resquicio por el que se evapora
el alma
desprendida la gota de la piedra
del manantial que alimenta
tu mirada.
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