Madrugada ya.
No sé si las dos o las tres, ni me importa,
sólo sé que empieza abril en las calles y en el alma.
Miente el viento, suena a invierno feroz
y grita entre los balcones y la ropa tendida
y le duele a los árboles de la plaza.
Aquí dentro tódo es plácido y tibio,
la noche de los lunes no es totalmente lunes
cuando construyo trincheras en tu pecho.
Cae la hora bruja y recuerdo tu promesa
de traerme el desayuno a la cama
en tus manos totalmente vacías.
(Esperando un nuevo ciclo,
como la luna)