Agosto, es verano.
Huele a sal en las piedras,
la sombra hierve en una caldera
de asfalto y gris de tejados
mientras voces de niños y rumor de oleaje
se entrelazan con el aroma a siesta,
a vainilla y a sandía cotidiana.
El cielo es hoy de gaviotas y zafiro,
roto apenas por el viento
que desplaza hacia el sur las inquietudes
de las almas transformadas
en aves migratorias de temporada.
Agosto, es verano.
Sed de mar y añoranza de paraguas.
ritmo de bolero y de deseo
en los cuerpos esculpidos en la arena
y desnudos de pudor,
vistiendo la piel con la esperanza
de la noche en compañía,
del juego entre sabanas que acogen
y exorcizan el fantasma de la aurora en soledad.
Yo en este viejo pueblo paseando
solo, como un fantasma.
Antonio Machado-Noche de verano