"Nunca es tarde para escribir un poema" (T.L.)

Esas fueron sus palabras y desde entonces las he puesto en práctica cada vez que he necesitado respirar algo que no fuese simple aire, siempre que el alma se me ha escapado en cada aliento.
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lunes, 23 de febrero de 2009

Aniversario

Un año.
Un año combinando letras
dibujadas en tu piel,
palabras como arabescos
en la espalda.
Hoy ya no importa,
carecen de sentido los azules
y las rosas que nacen
en la playa.
Pero sigo conjugando verbos
robados a la poesía,
pintando el lienzo que habita
en el alma.


El 23 de febrero de 2008 nació La Hora Bruja.
Muchas cosas han cambiado desde entonces. Yo no.

sábado, 21 de febrero de 2009

Tarde plácida

No es pereza.
Es abandono, hijo
de la quietud exacta
del momento.
De la calma serena
que evapora sueños
e historias.
Del dulce instante
que evoca recuerdos
no vividos.
No es silencio.
Es el extracto invisible
de la luz dorada
de la tarde.
El aroma del vuelo
reposado y voluptuoso
de las nubes.
El tacto cálido del aire
que recorre la piel
y la eriza.
No es reposo.
Es el deseo adormecido
que obedece la tregua
y espera.
El rumor del latido
sosegado que traspasa
cada vena.

Porque sigo admirando la creación de Lord Frederick Leighton:
La belleza de Flaming June (enlace)

jueves, 19 de febrero de 2009

Laberinto


Viajaré contigo
si tú haces parada
en el laberinto
que lleva a mi ombligo.

Tibieza

No veo ya nieve en las cumbres,
el sol me obliga a bajar la mirada,
se van de mi invierno las nubes,
y huele a mar en la distancia.

Lo bueno que tiene febrero
es que es tan corto
que duele menos.




Soy el paseante.
El paseante que se parece a las cuatro estaciones.
(Vicente Huidobro)

lunes, 9 de febrero de 2009

Fue belleza...

Hoy ya no llueve en las calles
empedradas junto al puerto,
es sólo agua que cae
mísera, absurda, sin freno.
Ya no reflejan las gotas
la luz de cada farola,
convirtiendo en charol negro
los viejos tejados del pueblo.
Hoy ya no apaga mi sed
bebiéndola mientras me moja,
ni ofrezco la cara al cielo
para recibir su beso.
Ya no sé observar la lluvia
mirando a través de otros ojos,
ya no esconde la poesía
del vaho tras los cristales.
Sobre el bosque de paraguas
dejando un paisaje roto,
mísera, apresurada y fría,
ya sólo es agua que cae.

domingo, 1 de febrero de 2009

Tras el día...

La noche
y el azul que produce
su eco tan frío, distante.
Guardando en un puño
la belleza de la luna
en la ventana
y el ritmo vibrante
del latir del pecho
que se eleva sereno.
Solitaria reina del mundo
voluptuosa y lenta
en su trono:
La noche
y el presagio del sueño
enredado en tu pelo.