El vaho en el cristal
como cataratas,
como gruesas cortinas
de agua
que te ocultan,
que me ciegan
como cuando el viento
me enreda el pelo ante la cara.
Lentamente
las gotas te contemplan, avaras,
una a una, en procesión,
en suave caída,
por no irse,
por no evaporarse y llevarse
el mensaje de tu cuerpo
lejos.
Y aquí, al otro lado
hay sed en mis dedos
y tacto de vidrio caliente,
al vapor me hago líquida
y me fundo, me deslizo
entre el brillo del espejo,
me evaporo
... y me respiras.
"Nunca es tarde para escribir un poema" (T.L.)
Esas fueron sus palabras y desde entonces las he puesto en práctica cada vez que he necesitado respirar algo que no fuese simple aire, siempre que el alma se me ha escapado en cada aliento.
.
.
.
.
.
.
.
.
sábado, 23 de febrero de 2008
Al otro lado
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Me encantara leer tu comentario
Publicar un comentario